20101215

El siniestro destino de una mente con recuerdos

Todos saben a quién se lo escribo.
Un rincón húmedo. Olor a travesura. Hierba crecida en los rincones menos predecibles. Tu boca busca mi piel. Mis manos encuentran tu cabello. La fiesta termino hace mucho rato. Tal vez no acabo, pero nosotros nos alejamos a la intimidad de los arbustos, en busca de un calor escalofriante. En medio de una tormenta y otra, lejos del disturbio. Ya solo me tienes a mi. Ya solo me quedas tu. Estamos solos, solos, solos. Carretera. "¡Nos pasamos, caray!" ¿Fue a propósito? Esa, tarde palomas eléctricas nos leyeron en voz alta los pensamientos mas inocentes, las mas dulces incoherencias. Una misa. La lluvia bañándome de ilusiones. Lunes. Un balón. El hombre mas irresistible del mundo acercándose a mi vientre con el deseo de beber lo que no se puede mencionar. Uno, dos, mas, menos, cinco, diez. Y la tragedia del amor. Tenia que ser. ¿Como aguantar? ¿Como evitar que las llamitas nos quemaran las manos? ¿Como si nos sumergimos por completo en hierros ardientes? Las preguntas surgieron una tras otra. Las respuestas nos parecían obvias. Cada uno creyó haber muerto en la memoria del otro. Desde entonces, devoramos con voracidad la lechosa miseria de los días que nos han caído encima. Olfateamos en la distancia las esencias inolvidables de los buenos días. Nos hemos engañado. Lo que vivimos no es vida. No somos, ni seremos felices. Murmullos intermitentes entre el movimiento del si y el no, del si o el no. Alguna droga calmo mi desamor. Las palabras se me escaparon, se me perdieron. La muerte, la única, te la he dado yo. La suerte pegando nuestros caminos, la duda, la duda, dudar. Los presagios están vagamente formulados. Y hasta hoy me atrevo a atrapar, a llorar, a decirte, a decirte, a decir. Si de alguna muerte me arrepiento es de la que no alcanzaste a darme. Esta carta es un acto cobarde, un intento desesperado para volver a vivir lo que no debía ser. Rondare en el rincón húmedo, en el bosque, en la fiesta, en el balón. Te acorralare. Pero no lo sabrás, no sabrás, no vas a saber... Nunca lo supiste...
ANDREA

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